Últimamente, me estoy dando cuanta de muchos cambios en mi vida. Me miro al espejo y hay momentos en que no me reconozco. Mi piel, mi pelo, mis caderas…todo ha cambiado. Algunas cosas me gustan mas ahora, otras no. Pero mas allá de lo físico, me doy cuenta del cambio en mi mirada.
Ya no soy la niña bonita, estudiosa y reservada que fui hace tantos años, ni tampoco la joven llena de hormonas revueltas y sueños románticos.
Ya no soy la novia caminando hacia el que se convertiría en esposo, acercándome a aquel quien me daría el regalo de nuestro amado hijo y un aprendizaje profundo sobre el dolor y la transformación de ese dolor en algo bonito.
Ya no soy la madre joven, preocupada por el dinero y por el porvenir de mi pequeño niño. Tampoco soy esa mujer que se cuestionaba cada decisión de su camino. Ya no existe la mujer que no podía entender porque la vida se había convertido en un difícil camino hacia una cima tan lejana que parecía imposible de conquistar. Desapareció la mujer que se sentía tan sola y desprotegida, pequeña delante de sus problemas.
Ya no me dicen “mi niña” ni “princesa”. Hoy me dicen SEÑORA.
La mirada de los hombres cuando entro en un sitio ya no es sola de admiración física, sino también de respeto. No hay chiflidos ni miradas morbosas ya. Ahora hay inclinaciones de cabeza y sonrisas medidas. Me miran a los ojos en vez que a mi cuerpo.
Y eso es bueno.
Ya me dicen señora. Es mejor así. Me he ganado ese titulo con mucho esfuerzo y sacrificio. El tiempo me ha regalado ese titulo. Me doy cuenta que ser señora significa que he pasado la prueba de la vida y sobreviví. No solo sobreviví, sino que salí mejor y mas grande de cada época de la vida.
Si, ya soy señora y a mucha honra. Saludo a todas las señoras en este mundo. Son mujeres hechas y derechas, completas. Todas sabemos ya quienes somos y nos sentimos orgullosas de serlo. Somos ejemplos vivos para las niñas y las jóvenes que aspiran y sueñan.
¡Que vivan las señoras!
ENGLISH VERSION BELOW:
Lately, I’ve noticed many changes in my life. I look at myself in the mirror and sometimes I don’t recognize myself. My skin, my hair, and my hips…everything has changed. Some things are more to my liking now, others not so much. Beyond the physical, I realize that the look in my eyes has changed.
I’m not the pretty little girl, studious and reserved, that I was so many years ago. Nor am I the young woman filled with raging hormones and romantic dreams.
I’m no longer the bride walking towards the man who would become a husband; no longer getting closer to the man who would gift me with my beloved son and a deep lesson about pain…and the transformation of that pain into something good.
Nor am I the young mother I once was; worried about money and about my little boy’s future. I am not the woman who constantly questioned her every decision on life’s path. The woman who couldn’t understand why life had become a difficult road towards a summit that seemed impossible to reach. That woman, the one who felt so alone and unprotected, so small before her problems, has disappeared.
No one calls me “my baby” or “princess” anymore. Now they call me MA’AM.
When I walk into a room, men don’t ogle me. There are no whistles or catcalls. Now when I enter a room, I receive respectful nods and measured smiles. Now men look me in the eyes instead of just at my body.
That is a good thing.
Now they call me Ma’am. It’s better this way. I have earned that title after much effort and sacrifice. Time has gifted me with that title. I realize that being called Ma’am means that I have passed life’s tests and survived. More than just surviving, I came out of each stage of life better and bigger for it.
So yes, I’m now a ma’am and proud of it. I salute all the “ma’ams” in this world. We are women, forged in fire and complete. We know who we are and feel pride in that truth. We are role models for girls and young women who aspire and dream.
Long live the “ma’ams”!
Midnight Thoughts 